Este ensayo sobre la interpretación de las culturas trata el arte como sistema cultural. Sistema que habla de la sociedad, política, la economía, la ideología o la educación. Hablaremos del como un lenguaje con el que figurar nuestro situación actual. Un contexto histórico en el que cada sujeto expone su discurso en el que tratara temas personales, sociales…etc, del mundo que le rodea. El arte que hoy día se realiza no hará más que hablar de nuestra época.
Geertz nos plantea la cuestión de la que ya hemos hablado. ¿Qué es el arte?.
En un principio parece haber igualdad de pensamientos entre mi concepción del arte y la suya. Por ejemplo nos habla de todo lo que conlleva tratar sobre el arte donde parece existir un mundo propio, mas halla del alcance del discurso. En efecto, no solo es difícil hablar de él; también parece innecesario hacerlo. Habla como decimos, por si mimo; poniendo como ejemplo un poema: un poema no debe significar, sino simplemente existir. No necesitan de un lenguaje externo para ser definidas pues, la propia proposición artística es la definición de sí misma, al igual que cualquier proceso fenoménico, un manifiesto o las matemáticas.
El abismo del que nos habla, de lo que existente entre lo que hemos visto en la obra ( o lo que nos imaginamos que hemos visto) y los balbuceos que logramos pronunciar sobre ella son tan vastos que nuestras palabras parecen huecas, flatulentas o falsas. Señalando la doctrina que dice; una vez que el arte haya hablado «de lo que no se puede hablar, se debe guardar silencio».
Pero claro nadie guarda silencio, excepto algunos verdaderamente indiferentes. Por el contrario, la percepción de que hay algo importante en cada obra particular o en las artes en general impele a la gente a hablar (y a escribir) innecesariamente sobre éstas. Las cosas que tienen un sentido para nosotros, no pueden abandonarse, como si flotasen en la mera transcendencia, y por eso describimos, analizamos, comparamos, juzgamos y clasificamos; por eso construimos teorías acerca de la creatividad, la forma, la percepción, la función social; también por eso consideramos que el arte es un lenguaje, una estructura, un sistema, un acto, un símbolo, un modelo de sensaciones; finalmente, por eso empleamos metáforas científica, espirituales, tecnológicas, políticas; y si todo esto falla, encadenamos frases oscuras y esperamos que algún otro las esclarezca por nosotros.
Comparto con Geertz que el arte es un lenguaje, pero yo me atrevo a decir que supera y transciende todo lenguaje y que, mediante sus proposiciones, figura, muestra, comunica, una visión particular y siempre subjetivo frente a los fenómenos que ese sujeto percibe, los cuales siguen siendo totalmente subjetivos; de aquí que la realidad y la obra de arte se asemejen en que son eminentemente tautológicas, autoafirmativas, autoesclarecientes.
Se manifiesta así la inevitable subjetividad y el intento de categorizar o analizar como artístico toda proposición a tratar.
El autor nos plantea con diferentes ejemplos la diversificación de significados que tiene el concepto del arte en el resto del mundo. Cada zona del mundo tendrá un significado totalmente distinto sobre lo que significa cada cosa. Con esto nos muestra que no hay una única visión del arte. No es lo mismo el significado que tiene un azteca de su arte con el que tiene un chino. Pero vuelvo a repetir que cada sujeto tiene una visión particular y siempre subjetiva frente a los fenómenos que ese sujeto percibe, los cuales siguen siendo totalmente subjetivos.
¿Tienen las proposiciones artísticas algún significado? Sin duda que si. ¿Se puede llegar a conocer tal significado con total certeza de que se conoce? Sin duda que no. ¿Porqué? Porque el objeto, en este caso una proposición artística (y esto es fundamentalmente un problema epistemológico) sólo se forma con total plenitud cuando un otro la observa y la finaliza (si no la fabrica) en su conciencia, con lo cual el enunciado, que se caracteriza por su apertura y su “vacio-creativo”, ofrece al otro la posibilidad de numerosas lecturas y asociaciones entre los elementos mostrados generando significados netamente distintos unos de otros, dependiendo de esos “otros” (esos otros contempladores activos que perciben el enunciado).
¿Qué tiene entonces de concreto, de visible el enunciado, la proposición? Nada y todo: Nada porque como objeto que figura un fenómeno no lo hace patente, se queda en precisamente eso, una figuración; una figuración que queda en manos de un otro que definitivamente la forma, por tanto no tiene nada de concreto. Y todo por un sencillo y muy particular motivo, ya antes mencionado: El enunciado se enuncia a sí mismo y se define por sí mismo, de aquí que el enunciado de por sí y como tal, sea una perenne tautología.
El anteriormente mencionado “vacio-creativo” es ese espacio que queda, por decirlo de una manera clara, para que ese sujeto, el otro, la finalice, pues él está igualmente inmerso en esa red de relaciones que hace que dirija los elementos que percibe en su conciencia hacia un significado u otro. No es de esta manera, y cuento con el grave riesgo de que se me mal interprete, pero así podría decirse: La proposición da pistas, y el observador halla. Pero insisto, no es tal el proceso, el cual es mucho mas complejo a nivel onto-epistemológico.
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